Las casas que me habitan
Isabel García Amador
«Escribimos para contar la vida y contarnos en las cosas y en las personas que nos habitan». Son unas hermosas palabras que, localizadas en la parte final del libro, explican de maravilla su esencia, porque la literatura sirve también para decirnos, para disipar la niebla alrededor de lo que fuimos y para vernos (y que nos vean) con mayor nitidez. Escribir quiénes fuimos dibuja nuestro retrato.
En estas páginas podemos encontrar reflexiones sobre la emigración, el esfuerzo, la lucha por la libertad, la búsqueda del amor, los hijos (que la vida nos da y a veces nos quita cruelmente), la luz que proviene de los libros… Y, al fin, la serenidad de contemplarlo todo desde el arrabal de la madurez con una prosa magnífica, que hilvana recuerdos, tristezas y combates con los que todos podemos identificarnos. Y, sobre todo, de los que podemos aprender. Dejar nuestro recuerdo es nuestra mejor herencia.